martes, 27 de septiembre de 2011

LIBROS RECOMENDADOS

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Razón y Tradición. Estudios en honor de Juan Antonio Widow

Equipo VivaChile | Sección: Educación, Historia, Política, Religión, Sociedad
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El 25 de agosto recién pasado se presentó el libro “Razón y Tradición. Estudios en honor de Juan Antonio Widow”. La ocasión de este libro homenaje fue una serie de aniversarios que el profesor Widow ha celebrado entre el año 2010 y 2011. 50 años de docencia, 75 años de vida, y 50 años de matrimonio. Todos ellos fueron un buen motivo para que los 37 profesores que escriben en sus páginas homenajearan la larga carrera académica de Widow.
El libro, publicado en dos gruesos volúmenes, uno de 378 páginas y el otro de 390, por Editorial Globo y cuyos editores son los profesores Miguel Ayuso, Álvaro Pezoa y José Luis Widow, contiene 39 trabajos de 37 profesores de muy diverso origen: los hay de España, Francia y Holanda, por Europa; y de Argentina, Brasil, Bolivia, Venezuela y Chile, por América. Sus universidades, institutos o centros de estudio son la Universidad de los Andes, la Universidad San Pablo CEU, la Universidad de Santiago, la Universidad de Borgoña, la Universidad Complutense, la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, la Pontificia Universidad Católica de Chile, la Universidad del Salvador, el Instituto de Filosofía Práctica, la Universidad de Playa Ancha, la Universidad de Padua, la Universidad Santo Tomás, la International Academy of Philosophy, la Universidad Andrés Bello, la Universidad Adolfo Ibáñez, el Instituto Rolduc, la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, la Universidad Gabriela Mistral, la Universidad de Navarra, la Universidad de Comillas, y el Conicet. Cada uno de estos profesores ofrece un trabajo que se inscribe en alguna de las siete secciones que tiene el libro, las que corresponden a las diversas áreas en las que Juan Antonio Widow desarrolló su docencia e investigación o a otras que ocuparon particularmente su interés, aparte de la primera, que es de carácter biográfico.
A continuación intentaremos referirnos a cada artículo, aunque por obvias razones será de manera sumarísima y por ello, con toda seguridad, injusta. Podemos decir, en cualquier caso, que el libro no presenta puntos flacos y que cada artículo vale la pena que sea leído con atención y detención. Es, en definitiva, un conjunto de trabajos que constituyen un aporte de interés en las diversas áreas que cubren. Cada lector podrá ir, preferentemente, a aquella que más directamente le interese, pero sin dudas, si alarga la mirada a las otras secciones no habrá perdido el tiempo. Las siete secciones del libro son las siguientes:
  1. Semblanzas de Juan Antonio Widow.
  2. Filosofía y Cultura.
  3. Metafísica, Teoría del Conocimiento y Lógica.
  4. Teología.
  5. Historia.
  6. Filosofía Política y Derecho.
  7. Ética.
La primera sección, titulada sin más Juan Antonio Widow contiene tres semblanzas del homenajeado. Una de quien fuera su alumno de filosofía en la Universidad Adolfo Ibáñez, Manfred Svensson, en la que realiza un elogio del maestro cristiano. Corresponde al discurso que el mismo profesor Svensson pronunciara con ocasión del nombramiento de Juan Antonio Widow como Profesor Emérito de la señalada casa de Estudios. El segundo trabajo de esta sección contiene los recuerdos que Jorge Siles, amigo de tiempos universitarios –de juventud, se entiende– de Widow, realiza. En ellos el autor va tejiendo aspectos de la vida universitaria y social de la época –la década de 1950–, destacando al mismo tiempo el papel que en ella ocupaba el profesor Widow. El último trabajo de esta sección es de su discípulo Álvaro Pezoa, quien narra las primeras impresiones que dejara en él quien luego sería su maestro y el carácter con que vivió la maestría de Juan Antonio Widow. Esta sección se cierra con un repertorio bibliográfico de los diversos trabajos que Widow ha publicado, aunque es necesario advertir que apenas salido el libro ya son varias las personas que han señalado no pocas omisiones en el elenco.
La segunda parte, Filosofía y Cultura, contiene también tres trabajos. Uno del mismo profesor Manfred Svensson, en el cual, a partir de la obra de san Agustín, presenta el carácter de la filosofía como ingenuidad institucionalizada. La filosofía no tendría el carácter crítico destructor de la ingenuidad, como hoy suele pensarse, sino más bien, el de reafirmante de los juicios del hombre de la calle, pero no para quedarse en ellos tal cual se dan en él –según un modo “popular”–, sino adentrarse en la evidencia de manera mostrarla como tal y no, entonces, para aceptarla sin más y quedarse en ella. El segundo trabajo de esta parte, del profesor Dalmacio Negro, presenta una serie de problemas en el pensamiento católico moderno, y particularmente el de la tendencia a concebir todo orden como artificial. El tercer artículo es del profesor Mauricio Chapsal. En él se presentan las categorías filosóficas que ofrece Romano Guardini en El Ocaso de la Edad Moderna como claves para, por un lado, interpretar la imagen que el hombre de cada época crea de sí mismo y de su entorno, y por el otro, para comprender el problema del cambio y de la permanencia de su identidad.
La tercera parte se titula Metafísica, Teoría del Conocimiento y Lógica. Es abierta por un artículo del profesor Michel Bastit en el cual enfrenta un pasaje de la Metafísica de Aristóteles en la que pone en su lugar el texto del estagirita de manera que, aunque acepta la sobreinterpretación que santo Tomás habría hecho de él, tal como lo señalan otros autores, sin embargo eso no permitiría llegar al extremo de separar la lógica de su fundamento metafísico. Para ello muestra la relación que en Aristóteles habría entre verdad y ser. El segundo trabajo de esta sección es del profesor José Miguel Gambra y aborda el tema de las argumentaciones comparativas en los Tópicos de Aristóteles. El tercer artículo, del profesor Juan Carlos Ossandón Valdés, trata sobre la cogitativa, mostrando el papel que tiene en el conocimiento humano según lo explica santo Tomás. También el autor se refiere a la tarea de recuperar la cogitativa que hizo Cornelio Fabro, integrando la teoría tomista sobre esta facultad con ciertas teorías psicológicas modernas, como por ejemplo las de Piaget. El siguiente artículo, de la profesora Verónica Benavides, indaga en el influjo que el neoplatonismo habría tenido en la formación del concepto de creación en el pensamiento de san Agustín. El neoplatonismo habría aportado una aproximación filosófica a la idea cristiana de creación. Cierra esta sección el artículo en el que el profesor Javier Kasahara explica por qué Leibniz criticó a Descartes, destacando que en esto fue decisiva la formación que el primero tuvo en los autores clásicos, a quienes el segundo desconocía por completo. El autor sugiere que el conocimiento que Leibniz llega a tener de los autores anteriores a su propia época lo marca de tal manera que su filosofía no es de ninguna manera comparable a la del filósofo francés. En este sentido, poner a ambos bajo el rótulo de racionalistas o modernos sería simplemente equívoco.
La cuarta sección es sobre Teología. En ella el padre Leo Elders analiza cómo algunas filosofías erróneas llevan a autores cristianos a alejarse de la fe al mismo tiempo que muestra cómo es la misma razón la que puede constituirse en defensora de la fe. El otro artículo de esta parte es del padre Juan Carlos Ossandón Widow, quien estudia por qué la Divino Afflante Spiritu de Pío XII, aun cuando enseña la idea de que los diversos sentidos de las Sagradas Escrituras se afirman en el literal, idea sostenida por santo Tomás en la Summa Theologiae, sin embargo no cita el texto del Aquinate. A propósito de esto se introduce en algunos problemas de interpretación bíblica moderna.
La quinta parte, Historia, recoge seis trabajos de historiadores. Aunque Juan Antonio Widow no fue historiador, sin embargo siempre la historia fue área de su interés y la vinculó estrechamente a su quehacer filosófico. De allí que esta sección no sea extraña a las demás. El primer artículo, de los profesores Cristián Garay y José Díaz Nieva, presenta lo que los autores llaman la “aventura editorial de Juan Antonio Widow”: la revista Tizona, que Widow fundara y dirigiera en los duros tiempos de Frei padre y particularmente en los difíciles días del gobierno marxista de Allende. El segundo trabajo es del profesor Julio Retamal, quien reflexiona sobre la frase ciceroniana que señala que la historia es testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida y mensajera de la antigüedad, y a su luz reflexiona sobre el devenir de la historiografía en los tiempos recientes. En el tercer artículo, el profesor Estanislao Cantero presenta una mirada sobre Hipólito Tayne, intentando develar su verdadera figura y posición intelectual, y por eso, tratando de deshacer aquellas visiones que tienden a encasillarlo demasiado fácilmente en categorías que no responden adecuadamente a lo que él fue. El cuarto trabajo de esta parte, de la profesora Raquel Soaje, indaga en el concepto de realeza entre los visigodos. Lo hace de manera tal que no sólo tiene interés histórico, sino también para la teoría política. El siguiente artículo es de la profesora Paola Corti. En él, la autora explica, a partir del libro de horas de Catherine De Clèves, el carácter que tenía la devoción eucarística a fines de la edad media. Cierra esta sección un artículo del profesor Gonzalo Larios sobre el origen del concepto de América Latina, usado y difundido por intelectuales y activistas políticos de raigambre revolucionaria y masónica.
Todas las secciones y trabajos indicados son los que constituyen el primer volumen del libro. Sin embargo este se cierra con otra sección, denominada Álbum Fotográfico que incluye una colección de fotografías relativas, principalmente, a la vida académica de Juan Antonio Widow.
El segundo volumen se abre con una sección titulada Filosofía política y Derecho. Ella es la más larga del libro y contiene trece trabajos. No es extraño esto, pues la permanente preocupación que Widow tuvo por la política, tanto teórica como práctica, tuvo como resultado que muchas de sus amistades se hicieran entre otras cosas, teniendo como eje intelectual el interés por la política. El primero de ellos es del profesor Rafael Alvira. En él, Alvira aborda ciertos problemas ético-políticos que nacen de la concepción democrática moderna y que, al menos si se intentan resolver desde ella misma, son de difícil –si no imposible– solución. El segundo trabajo, de Miguel Ayuso, recuerda las polémicas que Juan Antonio Widow mantuvo con José Miguel Ibáñez y con Fernando Moreno sobre la naturaleza de la democracia, luego de que éstos criticaran su libro “El hombre, animal político”, en el cual Widow explicaba el sentido de la democracia según el orden natural político al tiempo que criticaba, a su vez, la dimensión ideológica y hasta totalitaria de la democracia moderna. El tercer trabajo es del profesor Sergio Castaño, quien revisa el problema del constitucionalismo liberal, del estado democrático-representativo y de la legitimidad política en el pensamiento de Siéyès. El siguiente es del padre Luis de Camargo, quien revisa cómo es que la noción de autoridad, y más que la noción, la disposición práctica de los pueblos respecto de la autoridad se va perdiendo paulatinamente desde que comienza el proceso revolucionario cuyo comienzo puede remontarse hasta la tardo edad media con Marsilio de Padua. A continuación, el profesor Joaquín García Huidobro ofrece un artículo sobre el problema que ofrece la interpretación que hace Miguel de Éfeso del pasaje de la Ética a Nicómaco de Aristóteles en la que como ejemplo de justicia política –convencional–, diversa y opuesta a la natural según la que lo justo es igual en todas partes, indica el caso de la prohibición de que yazcan juntos hermano y hermana. García Huidobro ofrece posibles explicaciones que den razón del ejemplo elegido por Miguel de Éfeso, no obstante que tal cosa pareciera ser propia de la justicia natural. La sección continúa con un artículo de Mirko Skarica en el que expone algunas observaciones a propósito de las objeciones que Hans Kelsen hiciera a la idea de que la ley positiva se funda en una ley natural. El trabajo gira en torno a la cuestión de si la ley es un acto de la voluntad o de la razón. Skarica expone por qué esas objeciones no son justas respecto de las ideas propuestas por Tomás de Aquino y cómo es que la crítica de Kelsen es, a fin de cuentas, superficial por asumir la falsa idea de que el Aquinate desarrolla su teoría de la ley natural sólo para poner a Dios como el principio de orden del obrar humano. El profesor Raúl Madrid también enfrenta algunos problemas que la teoría de la ley natural debe asumir luego de las objeciones que se le han hecho, directa o indirectamente, en el último siglo. La objeción principal sería que en la modernidad o postmodernidad ya no es posible hablar de una ética universal que sea simultáneamente material. Eso estaría llevando o a éticas más bien formales o a éticas materiales, pero fragmentarias. Madrid muestra caminos que tienen los teóricos de la ley natural universal y material, unos acertados, otros no, para reproponer la teoría con alguna posibilidad de que sea escuchada en el debate contemporáneo. El siguiente escrito es del profesor Alejandro Guzmán, quien en un erudito trabajo, que pasa por autores antiguos, medievales, modernos y contemporáneos, revisa la cuestión metafísica de cuál es el predicamento o categoría en la que debiera ser puesto el “derecho”. El siguiente escrito es del profesor Jorge Martínez. Es un ensayo en la que el autor sugiere que el mundo actual está configurado tecnológico-empresarialmente. El hombre giraría en torno a las preocupaciones económicas y tecnológicas, siguiendo el modelo de vida norteamericano, el cual, no obstante el decreciente poder económico del país del norte, habría triunfado universalmente. El autor señala como antídoto la necesidad de que en su educación los jóvenes descubran el mundo de lo no instrumental, si no a partir de la filosofía pura, sí al menos a partir de cierta reflexión ética sobre casos concretos y de la experiencia estética. “El pensamiento político de Saint-Exupéry” es el título del artículo del profesor Bernardino Montejano. En él, Montejano, reflejando una lectura profunda de los textos del aviador francés, muestra su concepción política, señalando los fundamentos sobre los que se construye y cómo a partir de ellos se puede hacer un análisis crítico que descubre algunos de los grandes problemas que se han seguido de las ideas políticas que se han concretado en las sociedades actuales, como el de la masificación, el del partidismo cerrado, el del reductivismo de la sociedad de bienestar, el de los regímenes totalitarios y el de las ideologías. A continuación, el profesor Pablo Martínez expone en su trabajo las interesantes y visionarias críticas que Nietzsche hiciera al socialismo, el cual, no sería más que un “individualismo de la igualdad”. Sigue la exposición del profesor Álvaro Pezoa sobre el carácter central que tiene la familia como configuradora de la vida social y, por tanto, de cómo de su estado pende también el de la sociedad política. Por último, Gonzalo Ibáñez ofrece un artículo sobre los graves problemas que trae para la efectiva realización de la justicia la existencia de la corte penal internacional. Sostiene, además, que la subordinación a ella es contraria al ordenamiento constitucional chileno y daña severamente la soberanía chilena.
La séptima y última parte del libro se titula Ética. La sección se abre con un artículo del profesor José Luis Widow en el que, tomando como referencia un texto de Tomás de Aquino, reflexiona sobre Dios como principio natural del obrar moral. Aborda también las consecuencias y los problemas que se siguen de afirmar tal cosa. Entre estos últimos está, por ejemplo el del ateísmo: ¿cómo es posible afirmar que un ateo tiene como principio de su obrar a Dios? Sigue un trabajo del profesor Gonzalo Letelier en el que se trata acerca del fin último del hombre como lo primeramente querido por una voluntad. En concreto ese fin es Dios y, por eso, el autor, explica de qué naturaleza es la voluntad y amor con que se ama a Dios. Felipe Widow, por su parte, aborda el problema de las denominadas “fuentes de la moralidad”, no para explicar cada una, sino para destacar cómo es que, para ser entendidas rectamente, es necesario que sean vistas en la unidad vital que de hecho tienen en el acto humano concreto. Ignacio Serrano enfrenta en su trabajo un tema largamente discutido relativo a la naturaleza de la incontinencia: ¿es ella fruto de una debilidad de la voluntad o más bien de la razón? El quinto artículo de esta sección, del profesor Carlos Casanova, trata sobre las dificultades y problemas que tiene en nuestra época la razón natural para reconocer las doctrinas de la encíclica de Pablo VI Humanae Vitae. El autor apunta como causa del rechazo, no sólo teórico, sino principalmente práctico de las enseñanzas de la Humanae Vitae, el consecuencialismo y pragmatismo contemporáneo, que impide que la tecnología esté regida por la ética. El siguiente trabajo, titulado “La (in) conciencia aristocrática”, del profesor Gustavo Cataldo, muestra cómo Nietzsche concibe al verdadero aristócrata, el cual, para serlo, debiera partir por la inconsciencia de que lo es. El verdadero aristócrata no se mira a sí mismo. La sección y el libro se cierran con un artículo del profesor Gonzalo Rojas en las que expone cómo es que la actividad humana debe estar dirigida por las cuatro virtudes cardinales para que se consiga verdaderamente el bien común de la patria.

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