jueves, 15 de septiembre de 2011

RECENSIONES

En ESPÍRITU Año LVIII – 2009 – nº 138 (Barcelona)


Lukac, María Liliana, Perspectivas latinoamericanas sobre Hobbes, EDUCA, Buenos Aires, 2008, 270 p.




En el presente volumen, bajo la dirección de la Dra. María Liliana Lukac de Stier, se reúnen los trabajos de estudiosos de la obra de Thomas Hobbes  vinculados a la Asociación de Estudios Hobbesianos, institución académica fundada en la Argentina a fines de 1990 bajo el impulso de la Dra. Margarita Costa, Profesora titular de Historia de la filosofía moderna  y Fundamentos de Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires hasta su retiro.

Lukac nos ofrece el introito de estas Perspectivas latinoamericanas sobre Hobbes con un trabajo titulado Diversas perspectivas sobre el pensamiento hobbesiano, en la cual formula un auténtico status quaestionis acerca de las maneras de interpretar el pensamiento del autor nacido en Malmesbury en 1588 y fallecido en 1679 en Derbyshire. Realiza una consideración crítica de las mismas desde los comienzos hasta nuestros días.

De este modo, con inteligente erudición comienza con los contemporáneos de Hobbes, entre los que se destaca Bramhall. Un siglo después, merecen ser considerados John Austin y Sir William Molesworth (editor de las obras completas en inglés y latín de Hobbes). En el siglo XIX, con excepción de la consideración elogiosa de Marx, el interés académico por Hobbes recién surge a fines de siglo gracias a la labor de Ferdinand Tönies y de T. H. Green (1836-1882). Ya a comienzos del siglo XX se acrecienta el interés por Hobbes. Aparte de las consideraciones críticas correspondientes, merecen destacarse Croom Robertson  y Sir Leslie Stephen.

Durante la década del 30, Leo Strauss nos proporciona una intepretación que destaca como realmente esencial el argumento moral en la obra hobbesiana. En  la línea de Strauss,  se ubica Michael Oakeshott, que formula, en consideración de nuestra autora, una interpretación seria de la teoría moral hobessiana. Oakeshott coincide con las principales tesis de A. E. Taylor, autor de The Ethical Doctrine of Hobbes, formuladas unos años antes. A la línea interpretativa de Taylor se suman Howard Warrender y F. C. Hood.

En un sentido completamente opuesto, se ubica la línea interpretativa de de J. W. N. Watkins, que revaloriza al Hobbes científico. Como afirma Lukac: “La corriente interpretativa de Watkins se opone totalmente a la de Hood y Warrender, al afirmar que la posición metafísica de Hobbes y su método científico implican los principios fundamentales de su filosofía social o política” (p. 23). Th. Sprangens, en cambio, enfoca la obra de Hobbes desde la perspectiva del hombre y la naturaleza, a partir de la cual relaciona al pensador británico con Aristóteles. Entre el Estagirita y Hobbes se da una transformación paradigmática. Según Sprangens, el cambio consiste en el reemplazo del telos del universo por un principio general de inercia. Retomando los aportes de Watkins y Sprangens, nos encontramos seguidamente con M. Bertman, quien continuando la línea interpretativa de Watkins supera la carencia de éste en cuanto a la consideración ética y sostiene que, a pesar del espíritu científico presente en la obra hobbesiana, prevalece el espíritu humanista.

Se destaca entre los intérpretes del pensamiento hobbesiano Carl Schmitt. Este autor asume a Hobbes como un representante paradigmático del pensamiento decisionista. Schmitt rechaza la atribución de totalitaria que suele formularse sobre la filosofìa política de Hobbes. Pero también resulta posible una interpretación que caracteriza su pensamiento como burgués. Entre los autores que se destacan en esta línea, ubicamos a Jean Jacques Rousseau, como el históricamente primero en afirmar que el “estado de naturaleza” hobbesiano representaba las características del hombre moderno.  Entre los intérpretes actuales se inscriben en esa línea Hannah Arendt y C. B. Macpherson. Afirma Lukac acerca de la hermeneútica de Arendt: “Probablemente, de todas las interpretaciones posibles, la de Hannah Arendt sea la más alejada del auténtico Hobbes” (p. 28).

Como crítico de la interpretación de Macpherson se ubica Keith Thomas. Thomas quiere destacar que la filosofía hobbessiana es mucho más que una interpretación y crítica de su época; la intención de Hobbes es la de interpretar la naturaleza humana y la sociedad con validez universal. Por su parte, Quentin Skinner es un exponente de la interpretación contextualista, del mismo modo –si bien con diferencias- que David Johnston. Por último, Lukac menciona la corriente que se centra en el escepticismo de Hobbes, cuyos exponentes más destacados son Richard Popkin y Richard Tuck. Merece destacarse la labor de la Internacional Hobbes Association (IHA) y del Centre Thomas Hobbes. Los angloamericanos tratan a Hobbes bajo la perspectiva analítica contemporánea; en cambio, los europeos continentales se interesan preferentemente por el Hobbes histórico. Las perspectivas latinoamericanas sobre Hobbes se desarrolan especialmente en Brasil, Venezuela, Argentina y Chile.

La compilación de estudios, seguidamente, se divide en tres partes: Perspectivas históricas; Perspectivas filosóficas y Perspectivas polìticas.

En la apartado de Perspectivas históricas, nos encontramos con los siguientes trabajos: “Consenso y poder en el Leviathan de Hobbes (Margarita Costa); “Autenticidad de los Discursos histórico-polìticos (Andrés Di Leo Razuk); “Hobbes y el profetismo bíblico” (José Luis Galimidi); “Hobbes y Tácito: balance y conclusiones” (Andrés Jiménez Colodredo); “O sábio e o soldado. Thomas Hobbes  e seu discípulo” (Eunice Ostrensky); “Thomas Hobbes: por qué no un utopista” (María Cristina Spadaro); “La recepción de Hobbes en Chile: una experiencia pedagógica y una reflexión personal” (Jorge Alfonso Vargas).

En el apartado Perspectivas filosóficas nos encontramos con: “Hobbes on Trust” (Timo Airaksinen); “Imaginación, antropología y política en el Leviathan” (Omar Astorga); “Hobbes y un extraño consenso filosófico” (Carlos Balzi); “Ruptura con la filosofía clásica y giro semántico” (María Liliana Lukac); “Naturalismo y conflicto político en Hobbes” (Andrés Rosler) y “El contractualismo de Thomas Hobbes: obligación moral y razones para actuar” (Luciano Venecia).

Por último, en el apartado de Perspectivas políticas figuran estos estudios: “Consejo y deliberación en la teoría de la institución del Estado de Thomas Hobbes” (Martín D’Ascenzo); “Breves consideraciones sobre Schmitt, lector de Hobbes” (Jorge E. Dotti); “Usos y abusos de la matriz hobbessiana” (Javier Flax) y “Civil war and state of war in Hobbes” (Renato Janine Ribeiro).

A nuestro parecer, merece destacarse entre los estudios filosóficos el elaborado por la Dra. Lukac: “Ruptura con la filosofía clásica y giro semántico”. En el mismo, se señala la intención, por parte de Hobbes, de proponer un nuevo modelo o paradigma filosófico en ruptura con el clásico, de raíz aristotélica y continuado, no sin el aporte de otras corrientes, en la escolástica latina, en la cual se destaca, de modo singular, Tomás de Aquino. En el trabajo de Lukac se estudian los términos natura, ars y ratio. En Hobbes, la naturaleza pierde su sentido teleológico o finalista y, por consiguiente, normativo; el arte (supuesta la desontologización de la natura) se vuelve una actividad humana que pone al hombre a la altura de Dios y la razón se reduce a mero cálculo. La proyección socio-política de esta ruptura justifica la existencia y naturaleza del Leviathan.

A partir de lo leído, reparemos en la gravedad y actualidad de estos tres giros. El hombre y sólo él se convierte en regla y medida de las cosas y otorgador de finalidad y sentido a las mismas. La organización política o Leviathan viene a convalidar –valga la paradoja- los meros intereses del hombre individualista. Un “hobbesiano” como John  Locke sostendrá que la existencia de la sociedad civil se justifica para defender principalmente la propiedad . Y decimos paradoja dado que, en la concepción adecuada de la vida política, la finalidad del Estado –para usar una palabra moderna en el mismo sentido que polis- es la procuración del bien común. A propósito afirma Tomás de Aquino: “Si omnis communitas ordinatur ad bonum, necesse est quod illa communitas quae est maxime principalis, maxime sit coniectatrix boni quod est inter omnia humana bona principalissimum. Oportet enim quod proportio eorum quae sunt ad finem, sit secundum proportionem finium. Quae autem communitas sit maxime principalis, manifestat per hoc quod addit. Et omnes alias circumplectens. Est enim communitas quoddam totum: in omnibus autem totis, talis ordo invenitur quod illud totum quod in se includit aliud totum principalius est: sicut paries est quoddam totum: et quia includitur in hoc toto quod est domus, manifestum est quod domus est principalius totum: et similiter communitas quae includit alias communitates est principalior. Manifestum est autem quod civitas includit omnes alias communitates. Nam et domus et vici sub civitate comprehenduntur; et sic ipsa communitas politica est communitas principalissima. Est ergo coniectatrix principalissimi boni inter omnia bona humana: intendit enim bonum commune quod est melius et divinius quam bonum unius, ut dicitur in principio Ethicorum” (Sententia Politic., lib. 1 l. 1 n. 3).  En nuestros días asistimos a una  extraña “confección” de una nueva humanidad confiada a las pretensiones del individuo o de los grupos infrapolíticos que, en el mejor de los casos, hacen uso de la organización estatal a modo de instrumento. Esta novedosa factura es operada a partir de un pensamiento antimetafísico y relativista que se vale de una terminología fascinante a los sentidos pero vacía de real significado. Con todo, no pueden prescindir de la polis, tan natural –en el sentido clásico y perenne del término- en la vida del hombre.

Abrigamos el deseo de la difusión de la presente publicación para un mejor conocimiento de la obra filosófica de Thomas Hobbes. No perdamos de vista que el móvil del pensamiento hobbesiano es la procuración de una paz y seguridad que nos preserven de un ambiente social violento. Otra cuestión es dilucidar si el mismo Hobbes responde adecuadamente al problema de la conservación o restauración de ese orden pacífico y seguro. La lectura del presente volumen seguramente nos ofrezca cierta luz al respecto.  

A. Germán Masserdotti

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